Google y el cerebro mundial

12.01.2017 15:36

Google y el cerebro mundial

 

En 2002 Google comenzó el proyecto de Internet más ambicioso nunca concebido: una digitalización masiva de libros a nivel global bajo un argumento altruista que prometía acceso a toda la información mundial, las 24 horas desde cualquier dispositivo conectado a la red. Con el fin de obtener las obras para escanearlas, Google contactó con las mejores bibliotecas del mundo y, como era de esperar bajo este precepto de beneficiar a toda la humanidad sin ánimo de lucro, todas ellas accedieron a colaborar con entusiasmo.

Ya en el año 1937, H.G. Wells, conocido pionero de la ciencia ficción, había publicado una serie de ensayos bajo el nombre World Brain prediciendo la aparición de una enciclopedia mundial, nueva, gratis, eficiente y permanente que crearía una memoria mundial completa de los conocimientos, ideas y logros de la humanidad y ayudaría a todos los ciudadanos a hacer el mejor uso posible de la información universal en aras de la paz mundial. Fue una definición premonitoria del faraónico proyecto que propondría Google muchos años más tarde, cuya nobleza y desinterés no encontraría opositores.

Sin embargo, cuando la base de datos de Google ya contaba con más de 10 millones de obras, una ingente cantidad de autores y propietarios de derechos de autor de libros de todo el mundo pudo comprobar que sus obras estaban en la red sin que a ellos nadie les hubiera asignado ni un céntimo en regalías. Más del 60% de las obras que Google ha publicado hasta la fecha tienen un copyright que equivaldría a unos 150.000 US$ por los derechos de autor de cada obra y que nadie ha pagado. Los autores argumentan que aunque solo aparezcan fragmentos de sus obras como resultado de las búsquedas, cualquiera que sepa cuáles son las palabras clave que más se repiten en la obra, obtendrá el ejemplar casi en su totalidad.

Por una parte, Google alega que no negocia con contenidos cuyo pago reclaman sus editores y que retirar contenidos del buscador equivale a censurar; por otra parte, intelectuales y políticos de todo el mundo están intentando detener el proyecto por vía judicial alegando que Google podría tener intenciones comerciales. Los más renuentes al proyecto argumentan que si todo el conocimiento de la humanidad estuviera en la base de datos de una entidad privada, los seres humanos nos convertiríamos en una suerte de rehenes dispuestos a pagar cualquier precio a cambio de información. No creo en absoluto que esta reacción sea demasiado iracunda. Estudiosos y políticos de todo el mundo alertan sobre el peligro que implica el monopolio al que aspira Google y no me parece una idea para nada atractiva que todos los conocimientos del mundo se encuentren en manos privadas. Algunos de los entrevistados, como por ejemplo la Canciller alemana y un ex-director de la Biblioteca Nacional de Francia, aducen que Google “no es consciente de todas sus decisiones”. Se refieren al derecho que tienen los autores sobre sus obras y también al derecho a la intimidad que tenemos todos y que google viola constantemente.

En el año 2007, se lanzó el servicio Street View, primero en los Estados Unidos de América y poco después en todos los continentes. Al igual que la base de datos mundial, Street View también fue una iniciativa prometedora de Google que se desmoronó. El comisionado de Hamburgo para la protección de datos y la libertad de información comprobó que sus coches estaban recolectando correos electrónicos, fotografías,   chats   e   incluso   contraseñas   privadas   de   las   redes   domésticas inalámbricas. Alemania ya ha sancionado por ello a la compañía en varias ocasiones con multas que rondan los 180.000 US$. Aun así, cada una de ellas no representa ni tan solo un 0,002 por ciento de los 10.700 millones de dólares americanos de beneficios obtenidos por la empresa cada año. Las libertades que se ha tomado Google llegan a límites insospechados y resulta escalofriantemente cierto recibir una y otra vez publicidad mientras uno está escribiendo en su ordenador o perfil de Facebook sobre precisamente el tema que se anuncia.

Creo que el objetivo de Google es, además de ambicioso, codicioso y que la recolección y la manipulación de información de cualquier índole, siempre y cuando no se vulnere el derecho a la privacidad, deberían ser llevadas a cabo por una ONG. Aparte de la inestimable ventaja que supondría tener una recopilación de todos los conocimientos que ha habido en la historia de la humanidad al alcance de la mano las 24 horas, como traductora, me supondría un ahorro del tiempo de trabajo muy considerable. De todos modos, nunca pagaría por la obtención de resúmenes, partes de un libro u obras completas si no cuento con el beneplácito del autor. Creo que la única manera de luchar por una información gratuita para todos es que nadie pague por  ella  a  ninguna  empresa  privada  y  evitar  así  el  monopolio  y  tráfico  de  la información. En mi opinión, los derechos de autor son necesarios pero su legislación tiene muchos matices dignos de un minucioso estudio. Podrían ser ellos mismos los que formaran parte de la ONG encargada de la base de datos mundial, o no. El copyright  es  un  tema  harto  delicado  sobre  el  cual  incluso  los  más  duchos  se pronuncian con extrema cautela y no me considero idónea para dilucidar la infinidad de lagunas legales que hay al respecto.

Según mi punto de vista, la creación de una base de datos a nivel global y sobre todo sin fines de lucro sería necesaria, conveniente, ventajosa y cambiaría la educación y la mentalidad de la humanidad porque, como dijo Cicerón hace más de dos mil años, «quien olvida su historia está condenado a repetirla».

 

Fuentes:

https://www.tv3.cat/videos/4614571/Google-i-el-cervell-mundial

https://thoughtmaybe.com/google-and-the-world-brain/